miércoles, 19 de agosto de 2009

El camino y su destino.

La derecha israelí está convencida que la colonización de los territorios le otorga más seguridad a Israel, al alejar sus fronteras de los principales centros poblados. Afirman, para justificar los asentamientos, que con ellos se anexa al país lugares bíblicos que históricamente nos pertenecen, y que con la colonización impiden la creación de un país enemigo al lado nuestro. Están convencidos que Israel no tiene con quien hablar de paz porque los palestinos no nos quieren en la región. Nos quieren echar al mar con la pretención de instalarse en lugar nuestro. Son aseveraciones algunas discutibles y otras inaceptables a los ojos de los que ven en la paz, la cabeza de las prioridades del pueblo de Israel.

El alejamiento de las fronteras de los principales centros poblados no significa para esos centros ninguna seguridad. Y si así fuere ¿qué otras fronteras protejen a los colonos instalados en ellas? ¿O ellos no son tan israelíes como los que viven en Tel Aviv o Kfar Saba?. La seguridad de Israel no debe estar basada sólo en fronteras militarmente seguras, que por otro lado, dudo que hoy las haya, sino en la certeza de una paz sincera y duradera avalada en la confianza mutua, como sucede en el resto del mundo.

No dejemos que los derechos históricos dibujen los límites de Israel sacrificando a la paz. Dejemos que la paz lo haga aunque sacrifiquemos anacrónicos territorios bíblicos.

Es muy cierto que existe esa clase de árabes, los terroristas asesinos que nos odian, como también existe en Israel, la derecha idealista que no quiere a los palestinos. No todo Israel es la derecha y no todos los palestinos nos odian. El pueblo palestino contiene hombres, niños, mujeres y ancianos que quieren vivir en paz. Son seres humanos que atraviesan un infierno, suyugados, atemorizados y asesinados por fuertes grupos de fanáticos enfermizos, armados hasta los dientes por países enloquecidos. Son seres humanos que aceptan que en la región se establezcan dos estados con dos pueblos que ansian vivir en paz y en armonía. Esa debe ser nuestra meta, hacer de Israel un hogar que, aunque paqueño, albergue a judíos que puedan ver a sus hijos crecer sin amenazas de guerras. Es su camino el que nos debe guiar, es su destino al que tendremos que llegar.

Samuel Auerbach
Netanya.

El congreso de Belén

Se está aflojando el único amarre que la paz tiene en la región. Los representantes de los palestinos moderados, han dejado de ser pacíficos amigos para convertirse en enemigos guerreros. Las declaraciones en el sexto congreso de Al Fatah, que tuvo lugar en la ciudad de Belén, adquirieron un tono que nos sorprendió. Nuestros socios en la tarea de buscar la paz en la región, se enfadaron y se enemistaron. Las tremendas declaraciones hechas en Belén son preocupantes, estimulan el terrorismo e invitan a la guerra.
Los israelíes pacifistas, atónitos ante la sorpresa, han quedado sin saber qué nuevos rumbos habrán de seguir los esfuerzos para lograr la paz. ¿Que pasó?. ¿Que llevó a Mahmud Abás a girar 180º? Si bien los árabes antes de la asamblea de Belén, seguían manteniendo sus inaceptables exigencias, Israel no sólo mantenía las suyas, sino que agregó provocaciones que empeoraron el ambiente desde ya poco propicio para comenzar a hablar sobre la paz. En vez de remover todos los asentamientos ilegales y congelar las nuevas construcciones en los territorios en calidad de gestos que, sin poner en peligro nuestra seguridad, demostrarían nuestra sincera voluntad para llegar a un arreglo, hizo justamente todo lo contrario. Las nuevas colonias ilegales que proliferan impunemente, el permiso para construir en los territorios y los recientes antipáticos desalojos de palestinos cuyos desagradables documentos gráficos recorrieron el mundo, son suficientes motivos para montar en cólera al más tranquilo de los árabes, y para entristecer a los desilusionados israelíes que aspiran un futuro sin amenazas de guerra para sus hijos. Si tanto soñamos con el shalom que nunca tuvimos, si siempre todas nuestras esperanzas se centraron en ese ideal, no deberíamos desparramar piedras en el camino que conduce a él.
Pero... ¿es que los árabes moderados son moderados en realidad? ¿Fueron nuestra provocaciones las que los dieron vuelta, o fueron nuestra provocaciones el detonante que reventó la pólvora que Al Fatah mantuvo siempre oculto en su mente? Cualquiera fuera la causa, no cabe duda que se ha creado una nueva situación muy preocupante en el medio oriente. Es de esperar que los países occidentales que median con honestidad en el conflicto palestino israelí, sepan llamar al orden a Al Fatah con el tirón de orejas que corresponde, como también es necesario que las clases gobernantes de ambas partes sepan enmendar sus errores, encuentren la manera de crear las condiciones que lleven a la reanudación de las conversaciones, y hagan todo lo posible para que no se desvanezca la esperanza de paz que aún existe en el corazón de ambos pueblos.


Samuel Auerbach.
Netanya, Israel.