La obligación de los buenos estadistas es obrar siguiendo el sendero que marcan sus propósitos, y saber qué no decir para evitar desviarse de él. Tres declaraciones de nuestro primer ministro han provocado un sentimiento de frustración en los países interesados en la paz y en un amplio sector del pueblo de Israel. A pesar que desde que comenzaron los esfuerzos para proseguir con las deliberaciones de paz, Netaniahu llamó a los palestinos a “conversar sin condiciones previas”, antepuso tres que dan por terminadas todas las esperanza de comenzar a hablar con el enemigo.
En una reciente declaración, dijo: “El este de Jerusalem es parte indivisible de la capital del Estado de Israel”. Inoportuna afirmación que obra como condición previa, cuando bien puede ser un tema a discutir. Al sentirme desprendido de sentimientos ancestrales que están en pugna con la paz, me permito pensar que no agregaríamos ningún riesgo si el nuevo país instalaría allí su capital. Es una zona densamente poblada por árabes, a la que la mayoría de los israelíes se abstiene de visitar. Además se evitaría un masivo aumento de la ya numerosa y problemática población árabe instalada en el resto de Israel. Aunque el número de palestinos que vive en Jerusalem oriental es polémico, en 2008 se estimaba en más de 200.000. ¿Porqué no dejamos este tema para futuras deliberaciones si es que en realidad queremos volver a deliberar?.
También declaró lo siguiente: “El nuevo Estado Palestino debe ser un país desarmado”. Eso lo haría vulnerable a cualquier ataque de grupos terroristas que niegan la existencia del estado de Israel en la zona. Es hacer que el nuevo país se sienta inferior en medio de poderosos leones. Una condición denigrante y suficiente para impedir la reanudación de la tratativas de paz.
En una tercera declaración estableció que “El nuevo país tendrá que albergar una presencia israelí”. Esto es un flagrante atropello a la soberanía de un país amigo, con el cual las relaciones amistosas deben estar basadas en la confianza mutua.
Estas declaraciones y el impune desacato por parte de los colonos a las resoluciones que el Gobierno de Israel optó como gestos a favor de la paz, crean una situación que anula el acercamiento entre israelíes y palestinos.
Es cierto que los palestinos tienen sus propias condiciones previas inaceptables y por mas correctos y condescendientes que seamos, siempre aparecerá un “no” al final de las conversaciones. Pero no veo porqué si los palestinos no hacen nada para llegar a la paz, nosotros debamos comportarnos de la misma manera. ¿Porqué no hacemos ver al mundo que solamente son ellos los culpables de este odioso estancamiento?.
Dos grandes cargas son las causas de esta situación. Con toda seguridad Netaniahu hubiera hablado y obrado de otra manera si no tuviera sobre su espalda la carga de la extrema isreaelí. Y con la misma seguridad se puede afirmar que el pueblo palestino dejaría de pronunciar su famoso “no”, si se pudiera desprender del inmenso peso que es tener a Hamas, Hisballah e Irán colgados de sus hombros.
Esos son los verdaderos y únicos motivos que obstaculizan la paz en la región.
La remoción de la carga israelí, Israel la tiene en sus propias manos y será posible cuando nuestros dirigentes se den cuenta que de nada sirven conductas que obedecen a cuestiones personales; que es conveniente dejar de lado ofensas y arrogancias que son meras estupideces frente a intereses que urgen, y que la solución está en aunar fuerzas para dejar al extremismo laico-religioso fuera de combate.
Convencer a los árabes es mucho mas difícil y no está dentro de las posibilidades de Israel. Sólo el conjunto de potencias libres podrán hacerlo, pero no con palabras. Con palabras nadie podrá convencer a los extremistas árabes que Israel tiene el derecho de existir en el medio oriente. Puede ser que con medidas de fuerza sin llegar a la guerra, se lo logre. Pero el mundo libre no hace lo suficiente en ese sentido. El comercio de armas y la necesidad del oro negro atraen más que la existencia de Israel. Es muy probable que la solución de este problema, resida en hallar e imponer un combustible que reemplace a esa función del veneno llamado petróleo, base del sustento terrorista. No sólo Israel se verá beneficiado, sino toda la humanidad se enriquecerá con las mejoras que ese hallazgo producirá en muchos elementos que le son idispensables.
Samuel Auerbach.
Netanya, Israel.
jueves, 28 de enero de 2010
domingo, 24 de enero de 2010
Por amor a la paz
Son varios los personajes que dedican y que dedicaron gran parte de su tiempo en llamar a los pueblos del Cercano Oriente a la convivencia pacífica. Lo hicieron de varias formas.
Es un gusto recordar al mitológico Abie Nathan quien, desde desde su barca anclada en aguas extraterritoriales frente a la costa de Tel Aviv, transmitió durante 20 años sin interrupción, música y proclamas en varios idiomas dirigidas al Cercano Oriente y al mundo, llamando a la paz, a la concordia y a la ayuda a los necesitados. Llegó a tal punto su entusiasmo y su amor innato a la paz que, desoyendo las leyes imperantes en Israel, voló en un avión privado hasta Egipto para hablar con el enemigo de entonces.
No menos importante es la labor que en ese sentido realizan dos prominentes músicos argentinos. Miguel Angel Estrella, pianista nacido en la provincia de Tucumán de padres libaneses, actual embajador de Argentina ante la UNESCO desde el año 2003, funda en el año 1982, el movimiento internacional “Música Esperanza” cuyos objetivos son facilitar el acceso a la música, crear lazos entre las diferentes comunidades y defender la dignidad humana. Dentro de ese marco crea la “Orquesta de la paz, Los hijos de Abraham”, integrada por 45 jóvenes músicos de origen judío y musulmán. Sus primeras actuaciones datan del año 2000, ofreciendo conciertos en Francia, Europa y el Cercano Oriente. Recientemente el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, le ofreció 60.000 euros de aporte financiero.
Con el mismo fin de demostrar que con la música palestinos e israelíes pueden convivir en paz, fue creada otra orquesta. El pianista y director de orquesta de fama mundial Daniel Barenboim, también nacido en Argentina pero de origen judío, en base a un proyecto que dio a luz en el año 1999 en colaboración con el filósofo árabe ya desaparecido Edward Said, funda la West-Eastern Divan Orchestra. Actualmente la integran músicos israelíes, españoles, árabes cristianos, y árabes musulmanes.
A pesar que, debido en sus incursiones en política, Barenboim no goza de la simpatía del púbilco israelí, su esfuerzo por crear un acercamiento entre palestinos e israelíes merece el mismo aplauso que su actividad artística. Es reconfortante constatar el ambiente de compañerismo y amistad que reina entre los músicos cuyos países de origen se encuentran en profundo estado de beligerancia.
El día 5 de Enero de 2010, la orquesta dio un concierto en Doha, capital del emirato de Qatar. El canal 2 de la televisión francesa siguió el evento entrevistando, filmando y fotografiando a algunos de sus músicos tanto árabes como israelíes. La oboísta israelí Meirav Kadichevski, nieta del autor de esta nota, fue fotografiada junto a musulmanes para testimoniar gráficamente el ambiente de camaradería que reina entre los integrantes de la orquesta, y la amabilidad que el pueblo anfitrión demostró a los integrantes de la misma sin importar su origen.
Se deduce de estas orquestas, que los judíos no son lo que algunos imanes inculcan a sus fieles en las mezquitas, que no son lo que los extremistas les dicen a sus hijos en las escuelas y que no todos los musulmanes son terroristas que odian a los judíos, ni todos los palestinos quieren arrojar al mar a los israelíes, como muchos extremistas israelíes piensan. En esencia, se quiere demostrar con la música de estas orquestas que, mas allá de la política o la religión, somos todos seres humanos con necesidades básicas similares, que el respeto mutuo debe permanecer inmutable frente a las diferencias de opiniones, insinuando a la vez que todos debemos trabajar juntos para crear un mundo sin violencia.
Samuel Auerbach.
Netanya, Israel.
Es un gusto recordar al mitológico Abie Nathan quien, desde desde su barca anclada en aguas extraterritoriales frente a la costa de Tel Aviv, transmitió durante 20 años sin interrupción, música y proclamas en varios idiomas dirigidas al Cercano Oriente y al mundo, llamando a la paz, a la concordia y a la ayuda a los necesitados. Llegó a tal punto su entusiasmo y su amor innato a la paz que, desoyendo las leyes imperantes en Israel, voló en un avión privado hasta Egipto para hablar con el enemigo de entonces.
No menos importante es la labor que en ese sentido realizan dos prominentes músicos argentinos. Miguel Angel Estrella, pianista nacido en la provincia de Tucumán de padres libaneses, actual embajador de Argentina ante la UNESCO desde el año 2003, funda en el año 1982, el movimiento internacional “Música Esperanza” cuyos objetivos son facilitar el acceso a la música, crear lazos entre las diferentes comunidades y defender la dignidad humana. Dentro de ese marco crea la “Orquesta de la paz, Los hijos de Abraham”, integrada por 45 jóvenes músicos de origen judío y musulmán. Sus primeras actuaciones datan del año 2000, ofreciendo conciertos en Francia, Europa y el Cercano Oriente. Recientemente el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, le ofreció 60.000 euros de aporte financiero.
Con el mismo fin de demostrar que con la música palestinos e israelíes pueden convivir en paz, fue creada otra orquesta. El pianista y director de orquesta de fama mundial Daniel Barenboim, también nacido en Argentina pero de origen judío, en base a un proyecto que dio a luz en el año 1999 en colaboración con el filósofo árabe ya desaparecido Edward Said, funda la West-Eastern Divan Orchestra. Actualmente la integran músicos israelíes, españoles, árabes cristianos, y árabes musulmanes.
A pesar que, debido en sus incursiones en política, Barenboim no goza de la simpatía del púbilco israelí, su esfuerzo por crear un acercamiento entre palestinos e israelíes merece el mismo aplauso que su actividad artística. Es reconfortante constatar el ambiente de compañerismo y amistad que reina entre los músicos cuyos países de origen se encuentran en profundo estado de beligerancia.
El día 5 de Enero de 2010, la orquesta dio un concierto en Doha, capital del emirato de Qatar. El canal 2 de la televisión francesa siguió el evento entrevistando, filmando y fotografiando a algunos de sus músicos tanto árabes como israelíes. La oboísta israelí Meirav Kadichevski, nieta del autor de esta nota, fue fotografiada junto a musulmanes para testimoniar gráficamente el ambiente de camaradería que reina entre los integrantes de la orquesta, y la amabilidad que el pueblo anfitrión demostró a los integrantes de la misma sin importar su origen.
Se deduce de estas orquestas, que los judíos no son lo que algunos imanes inculcan a sus fieles en las mezquitas, que no son lo que los extremistas les dicen a sus hijos en las escuelas y que no todos los musulmanes son terroristas que odian a los judíos, ni todos los palestinos quieren arrojar al mar a los israelíes, como muchos extremistas israelíes piensan. En esencia, se quiere demostrar con la música de estas orquestas que, mas allá de la política o la religión, somos todos seres humanos con necesidades básicas similares, que el respeto mutuo debe permanecer inmutable frente a las diferencias de opiniones, insinuando a la vez que todos debemos trabajar juntos para crear un mundo sin violencia.
Samuel Auerbach.
Netanya, Israel.
domingo, 3 de enero de 2010
Una simpática historia verídica.
De común acuerdo mi señora y yo, como dos buenos jubilados cierto medio día salimos a tomar un poco de sol en el hermoso paseo que Netanya tiene frente al mar. Activos como somos, mi señora aprovechó la larga y pareja vereda para hacer su acostumbrado "footing", y yo me quedé fotografiando la zona que mucho se presta para ello. Antes de volver a casa nos sentamos en uno de los bancos frente el mar, bajo una de las numerosas glorietas que adornan el paseo. En eso, una pequeña y tímida palomita silvestre se acerca a unos dos metros de nosotros y no nos deja de observar. Yo no termino de sacarle fotos. Ella no se mueve del lugar y, como haciendo poses para el fotógrafo, se para en una patita, se higieniza sus plumas, se sacude y de vez en cuando nos mira, mira para arriba, mira para abajo, pero siempre sin abandonar el lugar. ¿Qué pensará la palomita?, nos preguntamos. ¿Sabrá ella que nosotros queremos a los animales y por eso no nos tiene miedo?. ¿Querrá venir hacia nosotros pero no se atreve?. Cuando por fin nos levantamos y comenzamos a caminar para dar por teminado el paseo, nos dimos cuenta al mirar hacia atrás, qué es lo que la palomita pensaba: ¿Cuando se irán estos señores?. La palomita corrió hacia debajo del banco que abandonamos, y comenzó a devorar los restos de semillas que había alrededor.
Samuel Auerbach
Samuel Auerbach
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