De común acuerdo mi señora y yo, como dos buenos jubilados cierto medio día salimos a tomar un poco de sol en el hermoso paseo que Netanya tiene frente al mar. Activos como somos, mi señora aprovechó la larga y pareja vereda para hacer su acostumbrado "footing", y yo me quedé fotografiando la zona que mucho se presta para ello. Antes de volver a casa nos sentamos en uno de los bancos frente el mar, bajo una de las numerosas glorietas que adornan el paseo. En eso, una pequeña y tímida palomita silvestre se acerca a unos dos metros de nosotros y no nos deja de observar. Yo no termino de sacarle fotos. Ella no se mueve del lugar y, como haciendo poses para el fotógrafo, se para en una patita, se higieniza sus plumas, se sacude y de vez en cuando nos mira, mira para arriba, mira para abajo, pero siempre sin abandonar el lugar. ¿Qué pensará la palomita?, nos preguntamos. ¿Sabrá ella que nosotros queremos a los animales y por eso no nos tiene miedo?. ¿Querrá venir hacia nosotros pero no se atreve?. Cuando por fin nos levantamos y comenzamos a caminar para dar por teminado el paseo, nos dimos cuenta al mirar hacia atrás, qué es lo que la palomita pensaba: ¿Cuando se irán estos señores?. La palomita corrió hacia debajo del banco que abandonamos, y comenzó a devorar los restos de semillas que había alrededor.
Samuel Auerbach
domingo, 3 de enero de 2010
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