jueves, 22 de abril de 2010

Quedar bien con Dios y con el diablo.

En el preciso momento en que estaba de visita en el país el vicepresidente de los Estados Unidos, con la loable misión de organizar los pasos preliminares que llevarían al comienzo de las discusiones de paz con los palestinos, anuncia Israel la construcción de 1.600 viviendas en terrenos que justamente se irían a discutir. Un verdadero torpedo lanzado contra las buenas intenciones del honorable visitante, y una irrefutable prueba de que el Gobierno no tiene ningún interés en comenzar las conversaciones que las llevarán a entregar territorios. Más claro, imposible.
El primer ministro presentó débiles disculpas ante el representante de nuestro tradicional país aliado, quien, a causa de tal bofetada, levantó en cólera y se volvió a su país. Pero lo incomprensible fue que al poco tiempo, Netaniahu invalidó por completo esas disculpas al afirmar frente a sus ministros que, de ninguna manera, se suspenderán las construcciones.
Nunca tuvimos un primer ministro que se tambalea tanto. Muy peligroso es conducir un vehículo hacia la derecha y hacia la izquierda. No respetar la línea recta central puede provocar un accidente. Necesita con urgencia alguien que le sostenga el volante. Si bien todavía no colisionamos con catastróficos resultados, ya se produjeron consecuencias bastante desagradables a causa de su mal manejo. Por su manera de conducir al Gobierno, el país volvió a perder la relativa tranquilidad en la que estaba viviendo.
Quiere quedar bien con Dios y con el diablo. Nadie lo logró todavía. Si alguna vez Netaniahu tuvo prestigio, lo está perdiendo a pasos acelerados. Y para el mundo, quien está perdiendo prestigio no es sólo él, es todo Israel. Esto es preocupante, y más aún para aquellos que les duele lo que dicen y difunden los antisemitas, a quienes les basta con leer la prensa mundial, incluyendo la de Israel (los que saben leer hebreo), para incrementar su odio a los judíos y en especial a los israelíes.
Personalmente pienso que el primer ministro no podrá soportar por mucho más tiempo los dictados de los que rezan por convertir a todo Israel en una sinagoga gigante, ni de los que sueñan con “la patria grande” a expensas de vivir eternamente en conflicto con el resto del mundo, incluso con nuestros mejores aliados. Pero aún en el supuesto caso que piense como ellos, las presiones de nuestros aliados serán suficientes para que opte por el gran cambio, que creo no tardará en llegar.
¿Por qué Netaniahu no trata que todos vean que sólo los palestinos son los culpables de que no hay paz en la zona? Cuanto más clara y menos tambaleante será nuestra política, cuanto más limpio y diáfano será nuestro camino hacia la paz, con más claridad resaltará ante los ojos del mundo, la suciedad de nuestros enemigos.
Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.

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