La derecha israelí está convencida que la colonización de los territorios le otorga más seguridad a Israel, al alejar sus fronteras de los principales centros poblados. Afirman, para justificar los asentamientos, que con ellos se anexa al país lugares bíblicos que históricamente nos pertenecen, y que con la colonización impiden la creación de un país enemigo al lado nuestro. Están convencidos que Israel no tiene con quien hablar de paz porque los palestinos no nos quieren en la región. Nos quieren echar al mar con la pretención de instalarse en lugar nuestro. Son aseveraciones algunas discutibles y otras inaceptables a los ojos de los que ven en la paz, la cabeza de las prioridades del pueblo de Israel.
El alejamiento de las fronteras de los principales centros poblados no significa para esos centros ninguna seguridad. Y si así fuere ¿qué otras fronteras protejen a los colonos instalados en ellas? ¿O ellos no son tan israelíes como los que viven en Tel Aviv o Kfar Saba?. La seguridad de Israel no debe estar basada sólo en fronteras militarmente seguras, que por otro lado, dudo que hoy las haya, sino en la certeza de una paz sincera y duradera avalada en la confianza mutua, como sucede en el resto del mundo.
No dejemos que los derechos históricos dibujen los límites de Israel sacrificando a la paz. Dejemos que la paz lo haga aunque sacrifiquemos anacrónicos territorios bíblicos.
Es muy cierto que existe esa clase de árabes, los terroristas asesinos que nos odian, como también existe en Israel, la derecha idealista que no quiere a los palestinos. No todo Israel es la derecha y no todos los palestinos nos odian. El pueblo palestino contiene hombres, niños, mujeres y ancianos que quieren vivir en paz. Son seres humanos que atraviesan un infierno, suyugados, atemorizados y asesinados por fuertes grupos de fanáticos enfermizos, armados hasta los dientes por países enloquecidos. Son seres humanos que aceptan que en la región se establezcan dos estados con dos pueblos que ansian vivir en paz y en armonía. Esa debe ser nuestra meta, hacer de Israel un hogar que, aunque paqueño, albergue a judíos que puedan ver a sus hijos crecer sin amenazas de guerras. Es su camino el que nos debe guiar, es su destino al que tendremos que llegar.
Samuel Auerbach
Netanya.
miércoles, 19 de agosto de 2009
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