viernes, 20 de noviembre de 2009

La paz de Netaniahu

“La secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Rodham Clinton rechazó la demanda del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, para que Israel congele toda actividad de los asentamientos, como negociación previa a las deliberaciones”.
La noticia aparecida recientemente en la prensa, no hace referencia alguna al desmantelamiento de las colonias ilegales ni a la instalación de nuevas. Evitar que se “congele toda actividad de los asentamientos” significa permitir la expansión israelí dentro de los territorios a devolver, hasta tanto se reúna la comisión que trate sobre la paz en Oriente Medio.
Con esta nueva política aprobada por la señora Clinton, no creo que los palestinos, que ven cómo se colonizan los terrenos que exigen como suyos, quieran siquiera oír de un arreglo con Israel.
Es imprevisible el tiempo que esta situación se podrá mantener pero, con seguridad, será con exceso mayor que el necesario para que el primer ministro Netaniahu termine su mandato sin traicionar a los partidos que lo llevaron al poder.
Construir y expandir las colonias en los terrenos que Netaniahu está dispuesto a entregar, es similar a usar dinero destinado a devolver, con la diferencia que dinero, en el mejor de los casos, se podrá conseguir de otra fuente, pero la zona en cuestión, Cisjordania, es única e irremplazable.
Si Netaniahu está seguro que es factible llegar a un arreglo con los palestinos, también debe estar seguro que el nuevo país palestino se instalará en los territorios. No puede ser de otra forma.
¿Qué sentido tiene entonces invertir nuevos capitales y bienes en ellos, permitir que israelíes instalen sus viviendas allí, si es que está seguro que cuando llegue el tan ansiada acuerdo, esos capitales no se recuperarán, y esos israelíes tendrán que ser desalojados seguramente por la fuerza, como ya sucedió varias veces en Israel? A medida que pase el tiempo, la devolución será más dificultosa y más dolorosa.
No hay que ser genio ni profeta para vaticinar este desagradable porvenir. Cuanto más tiempo pase, el inconveniente será mayor. Se consolidarán las colonias y se acrecentará la población en ellas. Hasta puede ser que algunas se transformen en ciudades.
Es muy posible que el primer ministro Netaniahu guarde en su interior la convicción que difícilmente habrá paz en la zona, pero al convencer a la señora Clinton de que no se oponga a que Israel mantenga su política colonizadora en los territorios, se asegura el apoyo de los Estados Unidos a Israel y la soñada paz, la tranquilizadora paz que necesita dentro de su coalición de Gobierno.

Samuel Auerbach
Natanya, Israel

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