sábado, 26 de diciembre de 2009

Este es el momento.

Cuando en la Universidad Bar Ilan, Benjamín Netanyahu anunció que hacía suya la premisa que declara dos estados para dos pueblos en el medio oriente, el fanatismo religioso israelí con asiento en el gobierno se mordió los labios. Cuando ordenó la suspensión de las construcciones en los territorios por el termino de diez meses, esta vez levantó su voz de protesta acompañada con acciones lindantes a la subversión, y lanzando serias amenazas a la estabilidad de la coalición. Es natural que Netanyahu, que da indicios de no querer apartarse de su camino, esté buscando la manera de contrarrestar el efecto que produciría el retiro de la coalición de los partidos religiosos, arrastrando con ellos una significativa cantidad de escaños.
Frente a las dificultades y amenazas que el gobierno de Netanyahu está afrontando desde que dio muestras con hechos que la paz en Israel es su norte, la obligación de todos sus adversarios políticos es deponer las armas y ayudarlo en la tarea, y no esperar que su gobierno caiga para darles una oportunidad de subir al poder. Las elecciones que como consecuencia se llevarían a cabo, junto a otros inconvenientes no les ofrecen ninguna seguridad que así será. Además, se podría llegar como resultado de las mismas, a una situación semejante o peor que la actual.
Los liberales del país agrupados en distintos partidos políticos, que también ven en la paz con nuestros actuales y futuros vecinos una obligación primera, deben dejar de lado sus otras diferencias personales o políticas y unirse a él, para que juntos puedan facilitar la remoción de las dos grandes piedras en el camino de la paz: el fundamentalismo musulmán que niega la existencia de Israel y el fanatismo religioso interno que al no querer entregar territorios, anula toda esperanza de llegar a ella.
Cuánto es de lamentar que no hubo acuerdo cuando en las tratativas para formar gobierno, Netanyahu intentó convencer a Kadima que acepte su ofrecimiento. La función del presente es corregir los errores del pasado. Este es el momento.
Samuel Auerbach.
Netanya.

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