La escena no pinta pastoral mientras los actores están entretenidos con optimismo y entusiasmo, discutiendo un tema de paz que exige otros decorados. El escenario comienza lentamente a atenuar sus luces, y obscuras nubes amenazan tormenta sobre los actores.
Eso es lo que esta sucediendo en la zona de la tierra prometida, testigo de una carrera armamentista que adquiere singular furor. Rusia le vende a Siria potentes misiles antibuques, amén de otras armas sofisticadas que Hissballah ya recibió. Irán suministra moderno armamento a los enemigos de Israel, continúa su ininterrumpida producción de gigantes cohetes de largo alcance y no suspende sus ambiciones nucleares. Israel adquiere de su mejor aliado aviones último modelo por una suma que asciende a 13.300 millones de dólares y le pide bombas que puedan penetrar en los bunkers en donde Irán prepara su armamento atómico. Los EEUU concretan una venta de armas por un monto sin precedentes a Arabia Saudita, 60.000 millones de dólares.
La escenografía no se presta para una comedia romántica con final feliz. No hay duda que la zona se esta preparando para una posible guerra a pasos acelerados.
Pero también es posible que lo que sucede en la imaginación de algunos argumentistas, sea una realidad en el Oriente Medio. Antes que la guerra estalle, fuerzas latentes se despiertan y hacen innecesario el uso de aquellos pertrechos para terminar con el peligro, que, en este caso, cae sobre Israel. En Gaza, en junio de este año, enmascarados de Hamas destruyen por segunda vez una colonia de vacaciones de la ONU por considerarla "inmoral". Recientemente unos cuarenta individuos armados atacaron un centro turístico en la playa de Gaza e incendiaron su restaurante, oficinas y salón de bodas. Estos hechos pueden ser el sacudón que abra los ojos al sector del pueblo palestino que mira con simpatía el modus vivendi occidental. En Irán, el descontento popular que se hizo visible en las últimas elecciones, sigue en ascenso.
Una efectiva acción por parte de esta gente podría invertir la situación, si es que la lleva a cabo antes que Mahmud Ahmadineyad concrete su propósito. La solución para evitar la guerra la tiene el propio pueblo palestino, pero tendría que apurarse.
Samuel Auerbach
Natanya, Israel.
martes, 21 de septiembre de 2010
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