Una sensación de terror produce imaginar una supuesta situación en la que Irán ya posee el poder atómico con el cual puede llevar a cabo su sueño de destruir a Israel.
Aterra pensar cómo sería el sentir de sus habitantes bajo la amenaza de un fulminante ataque mortal, que un loco con ideas fijas pueda lanzar en cualquier momento.
Aparentemente muchos israelíes no lo piensan, prefiriendo seguir viviendo en una tensa calma que los hace felices. Pero hay que despertar de este peligroso letargo si es que amamos a nuestras familias y a nuestro querido y pequeño país, que tanto costó conseguirlo y tanto cuesta mantenerlo erguido.
Hay que estar convencidos que esas trágicas horas llegarán y que esa calma terminará, si es que el mundo continúa aplicando a Irán sus ineficaces sanciones, y si es que no hacemos algo más que seguir usando todos nuestros esfuerzos en conseguir una paz con los palestinos. Sólo la paz con el nuevo Estado palestino no nos dará seguridad.
Prolongar la moratoria de las construcciones en los territorios y el reconocimiento de Israel como Estado Judío, son cuestiones sin importancia frente al peligro inminente de ser aniquilados en un instante.
Nuestro gran aliado Barack Obama lo sabe, pero su política de buen pastor sólo le permite aplicarmedidas de persuasión a Irán, sin dejarlo obrar como corresponde. Y lo que corresponde, lamentablemente, es la fuerza, único medio para evitar las consecuencias del proceder de un loco que no puede nu quiere razonar. La República Islámica de Irán está a un paso de tener en sus manos el arma con el cual podrá borrar del mapa a Israel. Atacar a Irán es lo que se impone. Alguien tiene que hacerlo sin perder mas tiempo.
Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato? Parecería que Occidente no ve el peligro que corre Israel, como tampoco ve que el extremismo fundamentalista del Islam aprovechará el poder iraní para completar su obra de islamizar al mundo, tarea ya comenzada siguiendo los dictados del Corán.
Pero también es probable que el mundo libre y los Estados árabes moderados quieran usar a Israel como carne de cañón, país que al salvarse, alejará el peligro que acecha a la civilización occidental.
Desgraciadamente no existe otra alternativa. Si Occidente no pone en marcha de inmediato medios eficaces para poner a salvo su civilización, Israel no tendrá más remedio que ser quien ponga el cascabel, y use la fuerza para salvar su existencia y su futuro.
Samuel Auerbach,
Nartania, Israel.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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