miércoles, 29 de septiembre de 2010

La pesadilla de la conversión.

En los países democráticos, todas las personas tiene libertad de profesar su religión, o de cambiar su creencia por otra si así lo sienten. Serios problemas surgen cuando tales conversiones no son fáciles, como sucede en la religión judía ortodoxa.
Ella establece que es judío quien nace de madre judía, según la ley del vientre, o quien se convierte al judaísmo. El que nace de madre judía es judío aunque no profese la religión. Es judío de sangre aunque se pase a otra religión. Éste será un judío renegado, pero seguirá siendo judío. Los religiosos ortodoxos israelíes, cuya autoridad religiosa es muy respetada por la ortodoxia judía mundial, exigen acato absoluto a la ley del vientre, hecho que ha ocasionado innumerables problemas en Israel y mucho más en el exterior, en donde los casamientos mixtos se llevan a cabo con mucha frecuencia.
La ortodoxia israelí no reconoce como válido ninguno de los ritos y conversiones llevados a cabo bajo la supervisión de judíos reformistas o conservadores, especialmente porque no respetan la ley del vientre.
El judío converso, en la gran mayoría de los casos, es un judío que no ha mamado las costumbres, las tradiciones y la cultura judía desde su niñez. Tiene poco en común con los que llevan sangre judía y es frecuentemente rechazado en las colectividades de judíos natos.
Por eso y por la influencia que sobre ellos ejerce la bíblica creencia de pertenecer al pueblo elegido que los hace subestimar al gentil, al "goi", los rabinos encargados de la tarea de convertir no simpatizan con lo que hacen. Es así que el proceso de conversión se hace difícil, engorroso, a punto de ser interminable y a veces imposible.
Existen casos que resultan ser dramas que no conmueven a los rabinos ortodoxos. Hijo mayor de edad, allende los mares, soporta inexplicables trabas para ser convertido aquí o en el exterior, y poder unirse en forma permanente a su madre judía por conversión. Criaturas nacidas en Israel, jamás serán judíos porque la madre, después de cinco largos y duros años de trámites, cansada y decepcionada abandonó su propósito de convertirse. Además de pedirle dinero para abrir una carpeta y la compra de libros, de obligarla a vestirse de acuerdo a las leyes ortodoxas y que su hija concurra a un colegio religioso, exigieron que su esposo laico observe regularmente prácticas religiosas, cuando la única interesada en la conversión era ella.
No sucede lo mismo cuando los motivos de la conversión tiene carácter político. En el pasado, delegaciones de ortodoxos israelíes viajaron al norte de Perú y convirtieron en sólo dos semanas a 90 indígenas. Un motivo sumamente importante aceleró el proceso de conversión: después de convertidos, con el pretexto de la carencia de alimentos "kasher" en su lugar de origen y que la colectividad judía de Lima no los aceptaba por su baja condición social, fueron traídos a Israel para poblar como colonos los territorios en litigio (*). Los convertidos no eran marranos ni tenían nada que ver con el judaísmo. Eran cristianos que no pidieron ser convertidos. Los rabinos se lo ofrecieron a cambio de casa y buena comida en los territorios, sin pedirles dinero para libros ni para abrir carpetas. Lo importante era reforzar la presencia judía en los lugares que la ortodoxia considera que no deben ser devueltos
En conclusión, a pesar de que la conversión es admitida, la ley del vientre domina el alma de nuestros rabinos ortodoxos, haciendo que la discriminación racial mueva su conducta, siempre y cuando la política no intervenga.

Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.


(*) "How 90 Peruvians became the latest Jewish settles", publicado
en "The guardian", agosto 7, 2002. Crónica de Neri Livneh.

"Peruanos en los territorios", publicado en "El mundo.es",
agosto 11, 2002. Crónica de Neri Livneh

"Indígenas peruanos se convierten en nuevos colonos judíos
ortodoxos en zonas ocupadas", publicado en "Latinoamérica-
online", abril 13, 2004. Artículo de Isaac Bigio, analista
internacional London School of Economics.

Notas. Neri Livneh escribe para el diario Ha'aretz.
"The guardian" es un periódico británico.

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