El primer ministro dio un gran paso en pro de la paz, al declarar en el discurso que pronunció en la Universidad Bar Ilan, que aceptaba el principio de “Dos estados para dos pueblos”. No deja de ser menos importante su demostración de estadista inteligente, al lograr mantener íntegra su coalición no obstante el discurso.
La derecha prefirió beber ese trago amargo, en lugar de verse gobernada por la izquierda. La sagacidad de Bibi lo previó y por ella consideró que su declaración no pondría en peligro a su gobierno. Pero no hubiera sido lo mismo si en su discurso hubiese acordado con Obama en desmantelar las colonias. Sería oponerse en demasía a las convicciones de la gente que le facilitó su ascenso al poder, por cuyo motivo prefirió no tocar el tema.
No se debe negar que los asentamientos son una traba para el comienzo de las deliberaciones. No atenúa la magnitud del problema el hecho de haber sido, algunos de ellos, autorizados por gobiernos democráticamente elegidos por el pueblo. Aunque Netanyahu haga peligrar su gobieno, debe ordenar el desmantelamiento inmediato de los asentimientos ilegales, postergando el de las colonias que fueron permitidas, dada su importancia y tamaño, hasta tanto se resuelva su destino en las tratativas de paz. Este otro difícil paso que no anunció en su discurso, lo tendrá que dar, como lo quisieron dar algunos de sus antecesores cuando estuvieron dispuestos con valentía a “dolorosas concesiones” para llegar a la paz. No habrá otra alternativa. Ese paso lo exigen nuestros aliados occidentales que se mantienen firmes en sus recientes declaraciones. Lo exige ese gran sector del pueblo que desea vivir en paz con los vecinos, ese sector del pueblo que deja de lado sentimientos anacrónicos que dificultan hasta lo imposible, el camino que nos puede llevar a vivir sin guerras ni amenazas. Desmantelar las colonias no significa entregar territorios. Jamás volver al error de Gush Katif en el que no supimos valorar en qué manos quedaba la importante zona.
Se sostuvo después de la guerra de los seis días, que los territorios servirán de carta de triunfo en las negociaciones. Si cambiamos de parecer y queremos anexarlos, quedarán destruídos el sueño de un arreglo y la esperanza de paz. En este caso será una hipocresía desparramar por el mundo que nosotros queremos llegar a un entendimiento y que son los árabes los que se oponen . Y si no es así, si pensamos devolverlos a cambio de amistad y fronteras seguras, ¿no es ridículo y contradictorio permitir que nuestra derecha instale allí sus colonias? Esas colonias no son carpitas de fin de semana. Tienen la intención de hacer que esos terrenos vuelvan a formar parte de Eretz Israel como lo fueron en la época del rey Salomón. Si no los desalojamos, con el tiempo serán otro Ariel , Maleh Adumim, etc., y es volver a incurrir es esos errores hoy tan difíciles de reparar. Admito que no será suficiente ponernos a deliberar con los palestinos moderados que con sinceridad nos quieren como buenos vecinos. Existen fuertes grupos y países que no nos pueden ver viviendo en la región y que en todos los intentos de llegar a un acuerdo, han influido sobre las delegaciones palestinas para que se nieguen a firmar en el último momento. Llegar a la paz mientras los tengamos cerca a esos grupos, será muy difícil. Pero no pongamos trabas que podemos evitar. No dificultemos también nosotros el comienzo de las tratativas.
La derecha, que con sus leyes y proyectos de leyes tiende a convertir a Israel en una teocracia, no da el brazo a torcer. Según ese fuerte sector, el derecho histórico esta por encima de la paz. Netanyahu sabe que con sus actuales aliados, jamás podrá conseguir que los palestinos se sienten a deliberar. Sabe que el gran escollo son las colonias en los territorios, que amenazan con provocar el retiro del indispensable apoyo del mundo occidental. Seguramente sabe también, que es ridículo y contradictorio poner precio a los territorios y a la vez incautarlos con su colonización. ¿La solución? Antes que la derecha se retire de la coalición, proponer nuevamente a la oposición que deje de serlo y se integre al gobierno para luchar juntos en un equipo que no se rija por derechos que plantea el pasado, sino que actúe de acuerdo a las necesidades del presente. Pienso que esta vez, la izquierda moderada no se negará.
Por favor, sentémosnos a deliberar aunque los palestinos digan, como siempre dijeron, que no a último momento. Siempre es bueno volver a intentar, la paz lo merece. Tampoco olvidemos que no son los palestinos los que siempre se negaron, sino sus dirigentes influenciados o amenazados por sanguinarios terrorista que subyugan a su pueblo. Salvemos todas las trabas de nuestro lado y comencemos a discutir con el enemigo sin condiciones previas, porque mientras hayan discusiones, aunque sean difíciles y escabrosas, la esperanza de un arreglo de paz siempre existe.
Samuel Auerbach.
Netanya
lunes, 29 de junio de 2009
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