martes, 2 de junio de 2009

La paz a su manera.

Es cierto que los pueblos tienen el gobierno que se merecen, pero también es cierto que muchos pueblos son víctimas de sus propios gobiernos. Si bien el resultado de las últimas elecciones dio por resultado a la coalición que hoy gobierna a Israel, no significa que esa coalición haga lo que más le conviene al pueblo al negar la premisa “Dos estados para dos pueblos”, aceptada por el anterior gobierno, por su fiel aliado, el mundo occidental y muchos países árabes. Ese principio era el portón que al abrirlo, nos permitiría transitar por el camino que podría conducir a la paz. No existe otro portón que lo haga. Las alternativas propuestas son inaceptables. El jeroglífico “dos economías para dos pueblos” o pedir a Jordania que done parte de sus tierras a los palestinos, son proposiciones utópicas, como vulgarmente se dice, “no tienen pie ni cabeza”. Por otro lado es contradictorio no aceptar a un estado palestino como vecino, pero sugerir que se instale en un lindero territorio ajeno, comprometiendo así las buenas relaciones que mantenemos con uno de los pocos países árabes que aún nos respetan. De esto se deduce que Israel aceptaría el famoso principio, pero con la condición que su concreción no signifique la entrega de territorios, tan caros para nuestra extrema derecha, que ahora manda para desdicha de los que estamos cansados de conflictos. Si tanto luchamos para que nos reconozcan como país soberano en esta región, también debemos reconocer el derecho de existir de los palestinos compartiendo la zona, como lo reconoció Ben Gurión al aceptar la partición de Palestina. Es evidente que las condiciones cambiaron desde ese entonces, como también los límites demarcados. El panorama político de la región no es el mismo. Esos asuntos como todos los demás concernientes, se discutirían en la mesa de la paz, que ni si quiera puede comenzar a deliberar por que este gobierno mantiene cerrado herméticamente a ese portón. Es ridículo querer concertar una paz con un estado que no existe. Por lo tanto nuestro gobierno no quiere la paz. O mejor dicho, quiere la paz a su manera. Quiere un fuerte ejército que asegure la paz a un país más extenso, pero inestable y constantemente amenazado.
Samuel Auerbach.

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