viernes, 18 de septiembre de 2009

El juez que cayó en la trampa.

El maquiavélico ardid de Hamas le reportó rotundos éxitos, algunos previstos y otros inesperados. Su plan consistió en provocar a Israel para que ataque a Gaza. Aún sabiendo de antemano que militarmente no tendría ninguna posibilidad de triunfar, su real propósito fue despertar en el mundo apoyo y compasión por el débil y censura hacia el fuerte. Gracias a la falta de sensibilidad y desprecio por la vida que caracterizan a los grupos terroristas, le fue muy fácil a Hamás poner en marcha su siniestro plan. Cuanto más víctimas se producían en Gaza, mayor el impacto que produciría. Con ello se explica el almacenar arsenales en escuelas, hospitales, mezquitas, casas particulares; el lanzamiento de proyectiles en zonas densamente pobladas; el usar a humanos como escudo, el negar refugio a civiles a pesar de la advertencias del ejército israelí etc., etc. El éxito de Hamás se hizo notar en capas con manifiesta simpatía hacia él, que desgraciadamente existen en gran cantidad y con gran influencia política. El mundo antisemita estuvo incondicionalmente de su lado con estruendosas manifestaciones públicas apenas iniciadas las acciones bélicas. Al poco tiempo de terminada la guerra, cayeron en el juego de Hamás instituciones en el orden mundial, como ser Amistía y la Cruz Roja, y con bastante dilación, lo hizo recientemente el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con la comisión que encabeza el juez Richard J. Goldstone, que no tuvo en cuenta en su informe que Israel no tuvo otra alternativa que atacar para defender a su pueblo. El juez no tuvo en cuenta en su informe, que durante ocho años nadie hizo nada para convencer a Hamás que dejara de hostigar a inocentes pobladores, pero en cambio se ordenaba insistentemente a Israel que detenga su defensa. La paciencia frente a los incesantes bombardeos y rupturas de treguas por parte de Hamás, no pudo durar más que ocho años. Las muertes, daños físicos y traumas psicológicos aún no superados, hacían insoportable la vida a más de un millón de israelíes y era imposible seguir manteniendo pasividad por más tiempo. El juez Goldstone no lo dice en su informe. Culpó a Israel por el efecto que sus balas produjeron sobre los civiles en Gaza, sin indultarlo por las evidencias que demuestran que Hamás los empujó deliberadamente a la muerte. También el juez cayó en la trampa tendida por Hamás.
Samuel Auerbach.
Netanya, Israel.

No hay comentarios: