Los asentamientos son producto de una política que mantuvieron los sectores de extrema derecha israelí, con el equivocado visto bueno de los gobiernos que se sucedieron después de la guerra de los seis días. Tienen como finalidad anexar “de facto” los terrenos conquistados y no ser devueltos jamás, dificultando el acercamiento de las partes interesadas a una mesa de negociaciones. Falso pretexto de algunos: seguridad para Israel que de esta manera aleja las fronteras de los centros poblados. Unos pocos kilómetros no son ninguna seguridad. Por otro lado, los asentamientos también son poblados que se instalan en su pretendida línea fronteriza, lo que desvirtúa y contradice esa explicación. La Cisjordania era parte de los reinos bíblicos judíos y es una buena oportunidad para recuperarlos. Pero la extrema derecha, que no tiene en cuenta que se terminaron esos tiempos en que se podía decir “aquí me quedo y de aquí no me voy”, tarde o temprano serán desalojados en cumplimiento con premisas internacionales, y para hacer que los territorios retenidos vuelvan a jugar el papel de carta de triunfo que otorgue fronteras seguras y la paz que el pueblo de Israel tanto ansía. El hecho de desmantelar todos los asentamientos, no significa que todos los territorios cuestionados serán devueltos. La devolución estará sujeta a tratativas que se inicien conforme a condiciones preestablecidas y que conduzcan a fronteras seguras para Israel.
El gobierno actual, para conformar a su tío del norte, comenzó a desmantelar algunos asentamientos ilegales. Pero los colonos en vez de preocuparse, vuelven sonriendo, con mayor entusiasmo y sin perder tiempo, a incurrir en el mismo delito amparados por los partidos de derecha que, sentados frente a la mesa de deliberaciones, amenazan constantemente al primer ministro. Un verdadero caos producto de una ausencia total de autoridad.
No es interesante saber cuales son los asentamientos legales y cuales no lo son. Todos tienen que ser considerados ilegales y todos deben ser tratados de la misma forma. Es evidente que algunos entre los mas antiguos, han experimentado un crecimiento natural tal, que torna su desmantelamiento por demás problemático. En ese caso no habrá otra solución que introducirlos dentro del paquete a discutir en las tratativas de paz.
Los pobladores desalojados de las colonias que fueron permitidas en su oportunidad, habrán de ser indemnizados como corresponde. Se les ofrecería lugares alternativos como ser la Galilea, físicamente en nada inferior a la Cisjordania. Ese imponderable Galil con su generoso clima, sus verdes valles y ondulantes cerros, gustoso recibiría a todos los judíos que quieran instalar allí sus lares, y volcar a nuestro favor la proporción con la población árabe allí existente, que superará en mucho a la judía cuando menos lo imaginemos.
Samuel Auerbach.
viernes, 29 de mayo de 2009
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