No, los edificios no lbergaban a refugiados. Los edificios albergaban a rehenes, niños entre ellos, mantenidos a la fuerza como guardianes de instalaciones estratégicas en la seguridad de que Israel, si lo sabía, no se atrevería a destruir. Y si lo hacía, lograría despertar en el mundo simpatías a hacia ellos y repudio a Israel. Eso es lo que Hamás buscaba y en parte lo consiguió. Es esa parte del mundo que no se conmueve cuando un suicida mata con toda intención a inocentes israelíes que no cuidan ningún arsenal, sino que estudian, se dirijen a su trabajo o se divierten en una discoteca. Es el astuto y diabólico juego ya conocido entre los grupos terroristas, que no estiman la vida de nadie, ni la de sus propios hijos.
Samuel Auerbach.
Netanya
Israel
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