martes, 30 de diciembre de 2008

Esclarecer sí, pero ¿a quién?

Entre los muchos y buenos servicios que el periodismo ofrece, se encuentran el informativo y el esclarecedor. Una condición sine cua non del servicio informativo es ajustarse a la verdad. La del esclarecedor es no estar influenciado por sentimientos inculcados que dominan el cerebro, sin permitir que la fría y no tendenciosa lógica, marque la pauta de lo que se dice o se escribe. Cuando se difunde una idea que pretende ser esclarecedora, generalmente no se especifica a quién está dirigida. Se trepan entonces en la lista de comentadores, todo aquel siente necesidad de hacerlo. Aparecen algunos comentarios a favor y otros en contra. A los que estan a favor, no hay nada que esclarecer, ya están esclarecidos. Sólo corresponde agradecer sus estimulantes elogios, que generalmente están presentes. Esclarecer a los que están en contra, entre los que se encuentran muchos fanatizados que odian por herencia, es perder el tiempo. No sólo el que escribe esclareciendo tiene que estar desposeído de sentimientos y fanatismos, sino tambien el lector. Por eso opino que el esclarecimiento limpio y no tendencioso debe cumplir su cometido dentro de ese amplio público ajeno al tema, reduciendo al mínimo la importancia de los comentarios, y seguir esclareciendo sin cansancio para contrarrestar, como sucede en el específico caso del conflicto árabe israelí, la influencia que sobre ellos produce la prensa tergiversada anti israelí y antisemita, ya sea oral, escrita o televisiva, que en este mundo brilla por su abundancia.

Samuel Auerbach
Natanya
Israel

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