martes, 30 de diciembre de 2008

Crónica - Francia invade Netanya

La ciudad de Netanya está ubicada sobre la costa a 33 km. al norte de Tel Aviv, y a 60 km. al sur de Haifa. Es una hermosa ciudad balnearia con un largo y pintorezco paseo costanero, con floridos jardines y juegos para niños que en la época estival es recorrido por miles de turitas y lugareños. En ese período, en especial durante los meses que coinciden con las vacaciones escolares, las playas con sus cafés y restoranes se ven repletos de familias que con sus hijos, son los responsables del alegre bullicio que caracteriza a la ciudad. Si bien para llegar al balneario es necesario descender usando largas y arquitectónicas escaleras, un amplio y moderno doble ascensor facilita el acceso a los impacientes, a los impedidos y a los que el uso de las piernas no figura entre sus predilecciones. Entre los turistas que se destacan por su cantidad, son los que proceden de Francia. Es tal la afluencia del turismo galo, que promovió a “Macabi”, una administración pública para asuntos de salud, a habilitar una oficina exclusiva para su atención, con personal especializado con su misma lengua. Hay momentos en que el francés ocupa el primer lugar en el certámen de los idiomas más escuchados por las calles. Una verdadera invasión francesa que tiene su lado bueno y también su antónimo. El hecho de que algunos adopten la ciudad como morada permanente, es visto con muy buenos ojos. El ofrecer la sensación de estar paseando en París, Marsella o Niza, tampoco es para despreciar. Pero en cambio sí lo es, el no beneficioso e innecesario desequilibrio que provocaron en el mercado de la vivienda. Al no negarse a pagar por departamentos precios exesivos muy por encima de lo que
valen, provocaron un alza general en el costo de los mismos que, por otro lado, la mayoría sólo es ocupada durante los meses del verano. Esto trajo aparejado un notable aumento en la cantidad de rojos carteles “en venta”, y una grave y casi competa falta de carteles “en alquiler”. Los que aún quedan para alquilar, son prácticamente para pudientes por lo que se exige como pago mensual. Ya es rutina aquí como en el resto del mundo, que la clase del medio y la que le sigue hacia abajo sean las únicas en recibir los inmerecidos latigazos.
Hay varias hipótesis que tratan de explicar este fenómeno. Una de ellas sostiene que la ola antisemita que se vivó ultimamente en Fracia, mueve a los judíos franceses a asegurarse un techo en caso de que se vean en la necesidad de emigrar. Otra afirma que el motivo es creer que la inversión en Israel es un buen negocio. Sea lo que fuere, es loable y digno de respeto y agradecimiento. Pensar así, invertir con plena confianza en un país que constantemente está en pie de guerra, es una fuerte muestra de solidaridad y un valioso apoyo moral que el ciudadano reconoce y agradece.
Samuel Auerbach
Netanya
Israel.

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